«… El Señor le contestó: —¿Y quién le ha dado la boca al hombre? ¿Quién si no yo lo hace mudo, sordo, ciego, o que pueda ver?» Éxodo 4.11
Este texto bíblico nos comparte las palabras de Dios a Moisés cuando este se justifica en que no es capaz de hablar bien e ir a cumplir la misión de ir a liberar al pueblo de Israel.
Hace varios años invitamos a un pastor ciego a compartir en una reunión donde habían representantes de toda América Latina, el objetivo de la reunión era motivar a los presentes a promover la dignificación a las personas con discapacidad. Este pastor, había quedado ciego en la adolescencia y nos compartió que su vida fue transformada cuando se encontró con este texto bíblico, entendió que su ceguera no era un accidente, ni una injusticia, levantó su cabeza y decidió seguir adelante en su vida porque creyó que Dios estaría con él siempre. Sus palabras fueron inspiradoras para todos los que estábamos presentes, porque nos hizo reflexionar sobre nuestra actitud hacia las personas con alguna discapacidad, ellas no son el producto de un infortunio, son iguales que nosotros, tienen capacidades y tienen el derecho de vivir la vida, igual que cualquier otra persona.
Del 9 de noviembre hasta el 15, se celebra la “semana de los derechos humanos de las personas con discapacidad”; en el pasado, esta población se veía como ciudadanos de segunda clase o peor aún no tenían ningún lugar en la sociedad. Sin embargo, Dios no hace acepción de personas y desde la Biblia manda al ser humano no hacerlo; por eso como Sociedad Bíblica nos unimos a la celebración; porque Dios desea una relación con toda persona sin importar su condición y les dignifica.
El 8 de diciembre de 2013, Costa Rica ratificó la «Convención sobre los derechos humanos de las personas con discapacidad», ley 8661; aunque existía la ley 7600 desde 1996, muchos creían que cumplir dicha ley era hacer rampas o quitar barreras estructurales, pero hay una barrera más difícil de romper y «la actitud», las personas con discapacidad siguen enfrentando discriminación o segregación por su condición, un cambio de actitud hacia esta población es un reto diario. En Costa Rica la población con algún tipo de discapacidad es el 10% de la población y cada día hay más personas con esta condición. Unas personas nacen con una deficiencia, pero otras pueden adquirirla por un accidente o por una enfermedad, por diversas circunstancias y esta condición puede darse a cualquier edad, lo que nos llama a reflexionar sobre nuestra actitud hacia las personas con algún tipo de discapacidad.
Como seguidores de Cristo, debemos relacionarnos con el prójimo sin importar su condición de manera igualitaria y respetuosa, siempre dignificándole.
Todos somos iguales ante Dios, diversos y con distintas cualidades y talentos, aprendemos de forma diferente, pero todos anhelamos ser amados y aceptados, gozar de oportunidades, compartimos el mismo mundo que nos hizo el creador y siendo participes junto con Cristo en esta tierra…