«Turbulencias»

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Artículo escrito por: Isaías y Lautaro Silva

Reflexionando en el pasaje más esperanzador de la Biblia ante la situación mundial actual

En este artículo meditaremos en las conocidas palabras de Jesús de su maravillosa promesa de Su Regreso, y el significado reflexivo de las mismas. Este mensaje sin dudas nos ayuda a afrontar el panorama difícil por el que actualmente está pasando el mundo y la sociedad. Prepárate para que tu fe crezca en los siguientes párrafos.

Comenzaremos hablando de las turbulencias. Cuando una persona viaja en avión, puede tener la experiencia de pasar por alguna turbulencia. Las turbulencias son básicamente perturbaciones de aire en forma de remolinos que se dan en ciertas zonas del cielo, también producto de una fuerte tormenta en algunos casos. Esto hace que se desestabilice un poco el avión y muchos de los pasajeros se pongan nerviosos o ansiosos.

Jesús dejó un “antídoto” para cualquier tipo de turbulencia que pasemos en nuestro diario vivir. Es cierto que para los momentos difíciles es necesario a veces tener a un amigo cerca, un abrazo, o hasta tal vez un tratamiento profesional si es necesario. Pero sin dudas, hoy las palabras de Jesús pueden ayudarnos en gran manera y pueden ser un «disparador de esperanza».

En San Juan 14:1-3 aparecen, en lo personal, las mejores palabras de Jesús y, de hecho, el pasaje bíblico más esperanzador de la Biblia. Cada vez que lo leo de manera reflexiva, termino fortalecido. Veamos algunas distinciones en estos versos.

“No se turbe vuestro corazón” son las palabras de Jesús para nuestros días. En el idioma original, turbar es más bien “agitar, entrar en caos, entrar en turbulencias”. Y es interesante destacar que nuestro corazón se agita cuando nos sentimos asustados. Seguro te ha pasado esto más de una vez. Existen 2 pares de nervios en el bulbo raquídeo, que salen del cerebro, y se conectan con el corazón. Ante una situación de peligro, el cerebro manda adrenalina y “señales” por esos nervios, a fin de que el corazón trabaje más rápido expulsando más sangre al resto del cuerpo para activarnos y estar listos para la acción ante el peligro.

Jesús sabía que sus discípulos estaban asustados. Cristo estaba compartiendo el último momento con sus discípulos después de su muerte. Y él  sabía lo que era pasar por desesperación. En San Juan 12:27, Jesús declaro al Padre que su  corazón estaba “turbado”. Estaba a punto de morir. Al referirse a “corazón”, claramente Jesús estaba refiriéndose a nuestras mentes. La orden de Jesús «NO TE TURBES» me ha ayudado muchísimo. Por eso te invito a que dejes que este imperativo actúe. Pídele a Dios que te ayude a recordar siempre esta pequeña frase.

Sin embargo, para que nuestras mentes no pasen por turbulencias, es necesario leer como sigue el pasaje. Las palabras de Jesús continúan: «Creéis en Dios, creed también en mi”. El primer paso de la «fórmula esperanzadora” contra cualquier turbulencia es aprender a creerle a Jesús.

Aquí se fundamenta la primera idea de no turbarse. Muchas personas creen en Dios, pero pocas creen a Dios (Gn. 15:6). Creer en Jesús es el fruto de una experiencia personal todos los días. El primer paso consta en creer. Por lo tanto, significa que es fundamental buscarlo a Dios en oración, en su palabra, en un encuentro íntimo. Creer en Jesús es sin dudas, aferrarse a sus promesas a fin de evitar turbulencias.

Finalmente se presenta dos promesas que emocionan. Primero, nuestro Salvador declara en el verso 2 que va a prepararnos un lugar. Hablamos de un Dios que con sus propias manos trabaja para que en el futuro vivamos junto a Él eternamente cara a cara. Ese mismo Dios es el Dios que busca ser cercano a nosotros. Lo demostró en sus pactos, en el Santuario, mediante los profetas, pero por sobre todo mediante su Encarnación.

En segundo lugar el verso 3 retrata un verbo sensacional. Cristo promete «volver». Ese verbo basta. Ese simple verbo produce en el ser humano fe, esperanza y resistencia a cualquier situación mala que se pueda enfrentar. Cristo va a volver por segunda vez.

Vive hoy pensando en la promesa de Jesús. Entrégate confiado a Él. Prepárate y prepara a tus semejantes para su Venida. Es tiempo de no temer, creer y esperar. Nuestro Gran Amigo nos está preparando algo mejor que lo que vivimos hoy.

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