¡Saldremos de esto!

El día de ayer circuló en las redes sociales un lamentable vídeo, donde se podía observar a un hombre, quien evidentemente es un empresario, por la forma casual de vestir y por el tipo de carro que conducía; este hombre chocó su vehículo y entró como en un trance, dijo: “esto es una señal de Dios”, salió del carro con una Biblia en la mano, levantó sus manos al cielo y empezó a orar derramando su alma ante Dios, poco después se desnudó y continuó en una actitud suplicante, hasta que llegó la policía y se lo llevó.

Lamento tanto la forma en que la gente alrededor se burló de él, nadie, exceptuando el chofer del carro chocado, que con respeto trató de ayudarle, pero nadie miró con compasión a este hombre, nadie lo respeto, mucho menos pensó en el dolor de su familia cuando viera ese vídeo; sin ninguna compasión se burlaron y comenzaron a compartir por las redes sociales el desdichado evento.

Desde ese momento no he dejado de pedir a Dios por ese hombre, he rogado por su familia, sus hijos; he repetido una y otra vez, que es una familia más que en medio de la situación que vive el país está sufriendo; unos han tomado la lamentable decisión de acabar con sus vidas, otros buscan desesperadamente como continuar para no perder lo que han forjado durante toda su vida. Hay una sensación de que estamos en estado de abandono, sin rumbo, sin esperanza; pero permítanme decirles que no es así.

En la Biblia, específicamente en el libro de Isaías, hay una situación muy parecida a la que sufrió este hombre. En el capítulo 20, Isaías caminó desnudo y descalzo por las calles como en una especie de trance, él era un hombre respetable, vivía en palacio, no era cualquier farsante, lo cierto es que Isaías vivió ese momento de su vida con un actuar poco racional para el entender de la gente y para lo normal de la cultura, caminó desnudo y descalzo por tres años; el texto bíblico aclara que era un mensaje para todo el pueblo; Dios quería llamar la atención de la gente y decirles que eso era una señal, que así como habían visto a Isaías caminar desnudo por la calles, en esa forma todo el pueblo caminaría avergonzado, con las nalgas al aire, hacia la destrucción, porque  pusieron la esperanza en naciones que creyeron más poderosas, pusieron la esperanza en gobiernos humanos que no les ayudarían. A través de ese acto irracional de Isaías, Dios le anunciaba a ese pueblo que se habían equivocado al poner su esperanza en los gobernantes.

Por lo que, a pesar de lo vergonzoso del acto que este hombre hizo ayer, creo que debemos reflexionar sobre en qué o en quién estamos poniendo nuestra esperanza. Este es un país que logró salir de la pobreza, sobre las bases que nos enseñó el cristianismo, la solidaridad, el amor al prójimo, la consigna era que todos seríamos iguales, por eso no ocupamos de un ejército, en aquel momento donde ningún país poderoso ni siquiera nos veía, porque éramos insignificantes,  sin riquezas,  Dios nos vio, nos ayudó, envío a un hombre de negocios, pero fiel cristiano que nos tendió la mano bajo sus principios cristianos, llevó nuestro café lo comercializó y regresó para forjar un país solidario, cooperador, trabajador.  Si confiamos en Dios, volveremos a empezar, si levantamos las manos a Dios con un corazón desnudo ante Él, nos escuchará y ¡saldremos de esto!, sí, ¡saldremos de esto!, pero escuchemos el mensaje que este hombre de ayer nos ha dejado, en quién estamos poniendo nuestra esperanza.

Pido perdón a esta familia por todas las mofas que fueron hechas, y agradezcamos a este hombre que, en medio de su dolor, se atrevió a ser una señal de Dios para que reflexionemos en qué y en quién estamos poniendo nuestra esperanza.

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