Perdí un ser querido… ¿Cómo lo enfrento?

Perdí un ser querido… ¿Cómo lo enfrento? La muerte de alguien que queremos es uno de los peores momentos por los que uno puede pasar. Y es peor cuando el fallecido es joven o cuando murió bajo circunstancias trágicas y repentinas. Esta pérdida puede dejar un hueco en nuestra existencia que clama por algo o alguien que lo llene. Si usted ha perdido a alguien cercano, está pasando en este momento por las etapas del duelo y siente muy fuerte ese luto natural. No pierda la oportunidad durante este tiempo de acercarse a Dios y de conocer la consolación que hay en la Biblia. Durante este tiempo tan doloroso, las siguientes verdades llenen su corazón con esperanza:

 

La muerte no es natural, sino el resultado de un mundo caído: Adán en el paraíso no quiso obedecer a Dios, y eso trajo la muerte al ser humano. La Biblia dice, “Porque la paga del pecado es muerte” (Rom. 6:23). Pero también dice: “Así pues, por medio de un solo hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado entró la muerte, y así la muerte pasó a todos porque todos pecaron” (Rom. 5:12).

  • El temor a la muerte es el temor al juicio: La Biblia dice que “está establecido que los seres humanos mueran una sola vez, y después venga el juicio” (Heb. 9:27). Los seres humanos tememos la muerte, no porque sea el fin de nuestra existencia, sino porque sabemos en lo profundo de nuestros corazones que al morir tenemos que rendir cuentas a Dios. La Biblia dice que Dios puso la eternidad en nuestros corazones (Eclesiastés 3:11) y “Dios habrá de pedirnos cuentas de todos nuestros actos, sean buenos o malos, y aunque los hayamos hecho en secreto” (Eclesiastés 12:14). La muerte es inevitable, pero también lo es el juicio. Las ocasiones de la pérdida de un ser querido también pueden ser para nosotros una oportunidad de reflexionar más seriamente sobre el rumbo de nuestras vidas e inclusive de nuestras eternidades, no para juzgar a la persona que se fue.
  • Las buenas nuevas en medio de la muerte: Las buenas nuevas que se pueden encontrar cuando enfrentamos la muerte es que Cristo conquistó la muerte por nosotros y aunque todavía sufrimos sus efectos, algún día Dios nos hará vivir para siempre en vida incorruptible.  Así cómo Cristo sufrió por nosotros, vive para que la muerte muera, y en él tenemos confianza sin miedo ante la inevitabilidad de nuestro fin. Cristo supo lo amargo de la muerte y la conquistó para darnos vida y esperanza. Dice Jesús: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá, aunque muera; y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás” (Jn. 11:25).

 

Use esta oportunidad en la vida para contemplar su propia mortalidad. La vida es de verdad corta y todos moriremos. Así medite sobre la eternidad y sobre Dios, quien sufrió la muerte en la persona de su Hijo para que usted viviera con él eternamente. La corrupción y la muerte nos son realidades ahora, pero lo serán para siempre. Tenemos una gran esperanza frente a todo esto y es una promesa que nos consuela en esta vida de lágrimas. Dios todo lo está haciendo nuevo.

 

Secará todas las lágrimas de ellos, y ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento, ni dolor, porque todo lo que antes existía ha dejado de existir. El que estaba sentado en el trono dijo: Yo hago nuevas todas las cosas. (Apoc. 21:4-5)