Perdí mi trabajo… ¿Qué hago?

Perdí mi trabajo… ¿Qué hago? Tantas personas creen hoy que la evidencia de que Dios nos ama es la riqueza. Confunden la bendición de Dios con la prosperidad material. Pero tenemos que dejar de tratar a Dios como si fuera nuestro cajero automático celestial o un Papa Noel gordito con su saco lleno de regalos. El desempleo puede causarnos mucha inestabilidad. La incertidumbre económica puede hacer temblar nuestra fe. En lugar de preocuparnos, confiemos nuestras vidas a Dios. Jesús dijo:

 

Así que no se preocupen preguntándose: “¿Qué vamos a comer?” o “¿Qué vamos a beber?” o “¿Con qué vamos a vestirnos?” Todas estas cosas son las que preocupan a los paganos, pero ustedes tienen un Padre celestial que ya sabe que las necesitan. Por lo tanto, pongan toda su atención en el reino de los cielos, y en hacer lo que es justo ante Dios, y recibirán también todas estas cosas (Mat. 6:31-33).

 

Los que buscan al Señor tienen la confianza de que Dios será su proveedor:

 

Salmo 146:7: El Señor hace justicia a los oprimidos,

da de comer a los hambrientos

y pone en libertad a los cautivos.

 

Proverbios 10:3: “El Señor no deja con hambre al que es bueno, pero impide al malvado calmar su apetito”.

 

Lucas 12:24: “Fíjense en los cuervos: no siembran ni cosechan, ni tienen almacén ni granero; sin embargo, Dios los alimenta. ¡Cuánto más valen ustedes que las aves!”

 

Ora para que Dios satisfaga toda tu necesidad. No es inapropiado pedir a Dios que supla lo que nos hace falta.

 

Mateo 12:21: “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”

 

Mateo 7:7: “Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá”

 

Dios también bendice la dedicación al trabajo. Recuerda que Dios te ha dado muchos dones y bendecirá el uso fiel de ellos. Confía en Dios, pues si tanto cuida de pájaros, ¿cuánto más te cuidará de ti?