Por el Lic. en psicología Carlos Tenorio Mora; miembro de la Junta Directiva de la Asociación Bíblica de Costa Rica.
Lic. Carlos Tenorio Mora es el Director nacional de CRU de Costa Rica, es el tesorero de la Junta Directiva de la Asociación Bíblica de Costa Rica, Psicólogo y Profesor investigador de la Universidad de Costa Rica. Esta casado con Tatiana Paniagua y tienes dos hijos Josue y Ester.
Si Costa Rica fuera una persona, sería una señora muy deprimida, hablo de una señora porque el nombre de Costa Rica es femenino. Pero igual podría hablarse de la depresión del señor Costa Rica. Como lo han formulado varios teóricos, terapeutas, filósofos y distintos pensadores, “no son los hechos los que alteran a la persona, sino lo que la persona piensa de los hechos” (CATREC 2013). Lo que una persona piensa influye en lo que siente y cómo vive (Romanos 12.2). La verdad sea dicha que no son las circunstancias las que deprimen a Costa Rica sino la percepción que esta señora tiene de lo que sucede.
Los costarricenses viven con muy poco tiempo para socializar aunque nos rendimos a la ilusión de estar muy conectados a través de las redes sociales. Por las múltiples ocupaciones laborales e incluso por los compromisos educativos de nuestros hijos, ya no hay tiempo de visitar a los abuelos, primos y amigos. No hay tiempo para sentarse a hablar. El ritmo de vida es tan acelerado que al final cada uno se la juega como puede ante un mundo cada vez más demandante. La manera como la persona interpreta el trajín sin descanso, la soledad, los innumerables retos del día y la percepción de vivir en un lugar cada vez más antagónico pueden llevar a una persona a deprimirse. El planteamiento de esta pequeña reflexión es que probablemente si Costa Rica fuera una persona estaría deprimida. Estas son las principales señales de alerta que demuestran que la patria está en riesgo: un pensamiento insalubre de todo o nada, una mentalidad de víctima, el aislamiento social y una muy baja tolerancia a la frustración.
El pensamiento todo o nada se caracteriza por ser una manera miope, daltónica o poco crítica de acercarse a la realidad. Esta manera de acercarse a la vida consiste en clasificar las experiencias de la vida y a las otras personas en solamente dos categorías: experiencias buenas o malas y personas buenas o malas. La implicación para alguien como la señora Costa Rica es que “los que piensan igual a mí son todos buenos” y “los que no piensan igual a mi son todos malos”.
Por un lado, los que se consideran buenos producen solo buenas acciones y jamás se equivocan porque son de los míos; mientras que por otro lado, “los malos sólo malas acciones producen” y “jamás podrán hacer nada bueno porque no son de los míos”. Esta manera simplista y bastante infantil de ver a las personas y de medir las circunstancias nos incapacita a ser observadores más objetivos de la realidad. Se dice que la realidad es nuestra mejor amiga hasta que nos pega en la cara. Las personas buenas también se equivocan. Todos los seres humanos se equivocan. ¿Y los malos? Bueno, los malos también saben cómo darle cosas buenas a sus hijos (Matero 7.11). fácilmente olvidamos que Jesús nos dice que Dios hace que salga el sol sobre malos y sobre buenos.
La realidad blanco y negro en la que vive la señora Costa Rica ha obligado a sus hijos a tener que tomar partido y a separarse en dos bandos. El resultado catastrófico de esto es un país polarizado y enfrascado en un pensamiento dicotómico donde el que no se considera que calce en ninguno de las dos únicas opciones esperables es desechado o bien etiquetado con las palabras “diluido” o “tibio”. Esto nos lleva a la segunda manifestación de la depresión, mañana te invitaremos a reflexionar mas sobre esta condición porque todos somos Costa Rica y ocupamos plantearnos esta realidad.