¡Permanecer!

¡Permanecer!

Según el diccionario de la Real Academia Española, la palabra “permanecer” significa: mantenerse sin cambio, quedarse, persistir o perpetuarse, establecerse. Desde esta definición, nos encontramos en un dilema con el mundo de hoy, porque todo cambia de manera vertiginosa; para vivir y progresar en el hoy, tienes que moverte al ritmo del cambio constante, haciendo la vida acelerada. El tiempo pasa tan rápido, dejando la sensación de que la vida es como agua entre los dedos.

 

El mes anterior te invitamos a reflexionar en la importancia de hacer una pausa en el camino, un ¡Selah!, para no dejarnos llevar por lo poco importante.

 

Cuando Jesús oró por nosotros en Juan 17:15, su petición fue: “No te pido que los saques del mundo, sino que los protejas del mal”. Jesús no califica al mundo como algo malo, tampoco se refiere a aquellos que rechazan a Cristo; se refiere a la humanidad necesitada de Jesús, de su salvación. Dios nos ha puesto en el mundo para bendecirlo, no para criticarlo o condenarlo, ni para comportarnos como ellos. Desde esta perspectiva, conocer lo que dice la Biblia produce en nosotros esa capacidad para vivir en este mundo, pero no ser influenciados por el mal que trata de destruirlo.

 

Así que, cuando el mundo camina de manera acelerada y nos dice que el cambio es urgente, la Biblia nos dice en Hebreos 13:8 que “Jesucristo nunca cambia, es el mismo ayer, hoy y siempre”.

 

Su amor es grande y nuestros corazones se deben fortalecer en ese amor, que se muestra en la salvación provista por la muerte y resurrección de Jesús, porque en este mundo no está nuestra residencia permanente; aquí solo estamos de paso. Los años pueden pasar, la ciencia puede crecer, el conocimiento también; nada de eso es calificado como malo en la Biblia, pero Jesús siempre será el mismo. Es lo único firme y permanente para todos, por eso es la Roca de donde podemos sostenernos en medio de las tormentas de cambio constante.

 

La Biblia invita a mirar a Jesús para permanecer en medio de este mundo y todas sus demandas. No se puede demonizar al mundo, es la gente por la que Jesús dio su vida; por el contrario, es necesario aprender de Jesús cómo vivir en medio de él, cómo verlo con amor.

 

En Juan 15:5, Jesús nos da el secreto: “Yo soy la vid, y ustedes son las ramas. El que permanece unido a mí, y yo unido a él, da mucho fruto; pues sin mí no pueden ustedes hacer nada”. Permanecer unido a Jesús, ese es el secreto. De nuevo, la Biblia nos dice que se debe “permanecer”, es decir, mantenernos sin cambio alguno en creer en Jesús; sin Jesús no podemos hacer nada.

 

Más adelante, en ese capítulo 15, dice cómo se puede permanecer unidos a Jesús: “si permanecen fieles a mis enseñanzas”. Eso quiere decir que lo que nos da la fuerza para permanecer en Jesús son sus enseñanzas. Es interesante que, en medio de un mundo cambiante, la Biblia nos enseña que nosotros, los que nos decimos seguidores de Jesús, debemos permanecer en las palabras de la Biblia, un libro antiguo, odiado por muchos pero amado por otros, y que son las enseñanzas de Jesús. Por algo la Biblia misma dice en Isaías 40:8: “La hierba se seca y la flor se marchita, pero la palabra de nuestro Dios permanece firme para siempre.”

 

En resumen, en medio de un mundo en el que debemos estar, porque Jesús lo ama y desea que todos conozcan de Él, su amor y su sacrificio, nosotros no debemos vivir como el mundo vive, sino permanecer en Jesús, permanecer en sus enseñanzas. Para saber sus enseñanzas es necesario leer la Biblia y hacer lo que en ella dice. En tanto vivimos en este mundo, no podemos hacernos como ellos, sino debemos mostrar a Jesús para que la gente de este mundo tenga anhelo de Él y lo glorifique.

 

Una pausa nos permite recordar la importancia de permanecer para presentar a un mundo cambiante, lleno de prisa, el amor de Jesús y su palabra que nunca cambian.