La época que más me agrada del año es el tiempo de navidad, sé que no es exactamente la fecha en que nació Jesús, creo que todos lo sabemos. La iglesia cristiana quiso establecer una fecha para celebrar con el fin de ayudar a los creyente a no desviarse en las celebraciones a los diferentes dioses que existían en ese entonces, al menos es lo que dicen los libros de historia.
Para mí, es la época más linda del año porque nos recuerda que Dios se hizo como uno de nosotros y vino a nacer como un frágil niño, a la merced de la maldad del ser humano, como todos los bebés que nacen. La historia es hermosa y la encontramos detallada en el capítulo 1 de Lucas y también en el de Mateo, ambas arrojan información diferente que nos permite armar la historia completa. Hoy sabemos cuál fue el desenlace de aquel niño que nació, como creció obediente y amando a sus padres, como escogió estar en los negocios de “SU PADRE”, vivió agradando a su Padre celestial y obedeciéndole en todo, amó a su país y a la gente que miró perdida como ovejas que no tienen pastor, tuvo una relación inquebrantable con él, aun cuando dijo en la cruz “porque me has abandonado”, pero muestra la fortaleza de aquella relación cuando dice “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” y “Consumado es”. La navidad siempre fue una época familiar, de encuentros con amigos que por mucho tiempo no se veían, de galletas y queques, de celebrar con rompope alrededor de una mesa y conversar.
A pesar de todo lo bello que tiene la navidad, hay muchas personas que viven ese tiempo en medio de fiestas pero sumidos en una gran soledad. No hay soledad más dolorosa que aquella cuando estamos rodeados de gente y nadie sabe lo que sientes en tu interior; eso pasa en navidad, por relaciones públicas debemos estar en fiestas o actividades, pero nos sentimos solos o solas. A todos nos vienen recuerdos de la niñez cuando llega la navidad y recordar el regalo que nunca tuvimos, o el abrazo que nunca llegó, nos genera dolor y soledad. Por más que perdonamos aquellos eventos, siempre con los primeros vientos alisios y esos olores a manzanas y uvas nos mueven las emociones. Hay personas que tomaron decisiones buscando su propia felicidad sin darse cuenta que su decisión cargo de dolor a otros, otros simplemente por actitud arruinaron un momento de felicidad en una familia. Eso es tan frecuente en navidad que hasta es plasmado en las películas de hoy. ¡Qué dolor produce esas situaciones!
Aparte de todo lo que mencione en el párrafo anterior, se añade ahora la actitud de una nueva generación, quienes no quieren que se asocie la navidad con la persona de Jesús para no ofender a quienes no quieren creer en Jesús y les ofende hasta escuchar su nombre. Estas personas ven la navidad como un tiempo de fiestas y ahora los saludos son “Felices fiestas”, eliminando el recordatorio de que un día Dios envió a su hijo a nacer en este mundo a vivir entre nosotros para enseñarnos como era Dios, era un Padre amante, que miraba con compasión a sus hijos, toda la humanidad, y les invita a volverse a Él. Jesús nos enseñó al Padre, así lo dice en Juan 12:
“Jesús clamó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió; y el que me ve, ve al que me envió. Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas.”
La gente de los tiempos de Jesús solo conocían al Dios a través de la óptica religiosa, que presentaba a un Dios drástico que castigaba con la muerte, que los perseguía y no le interesaba el ser humano; Jesús presento al Dios que se detuvo por el que sufre, por el que ya no tenía esperanza, por el desechado por la sociedad, dio de comer al que tenía hambre, liberó al oprimido, lloró con el que llora, comió con el que necesitaba su compañía sin importar si eran cobradores de impuestos. Ese es el Dios que nos presentó Jesús:
“El Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar. Y sé que su mandamiento es vida eterna. Así pues, lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho.” Juan 12.49-50
Si estos tiempos de navidad trae a tu corazón el dolor de recuerdos pasados, es el momentos de ponerlos en las manos de Dios, ese Dios que dio a su hijo para que naciera y fuera como uno de nosotros para enseñarnos el amor del Padre, el tomará tu soledad y será tu compañía.